Las ventajas de trabajar con un robot industrial son ya indiscutibles en la industria actual.
El operario de robot puede ser profesional de la soldadura, o trabajar en logística, farmacía, alimentación, … En definitiva, nos encontramos con multitud de aplicaciones; herramientas que se acoplan al robot y ayudan a trabajar de forma más eficaz.
Aitor Garmendia, experto en robótica de LARRAIOZ ROBOTICS EXPERTS, nos cuenta que al principio, cuando hay que programar el robot por primera vez, es un punto de partida que puede costar superar. Sin embargo, cuando profesionales de trabajos repetitivos, comienzan a ver que el robot les ayuda y convierte al operario en un programador, resulta realmente gratificante.
Las herramientas mecatrónicas y robóticas son una realidad y quien trabajaba con sus manos: soldando, levantando cargas, atornillando, …, ahora utiliza sus manos para manejar la consola de programación (KAWASAKI Teach pendant).
Es una herramienta sencilla que tiene multiples ventajas.
Lo primero es la seguridad. Para programar un robot industrial no cooperativo, es necesario utilizar un interruptor de desactivación. Este es un interruptor que puede actuar automáticamente cuando el operador pierde su capacidad de actuar, por pérdida del conocimiento o abandono del equipo de control.
Generalmente se utiliza como forma de seguridad ante fallos para detener la máquina para evitar posibles peligros. La consola de programación, permite al usuario cambiar el modo de funcionamiento del robot del modo de enseñanza al uncionamiento sin restricciones mediante el uso de la tecla, controlando así el interruptor de desactivación.
La consola de programación del robot tiene la función de garantizar un apagado seguro y protector. La persona que actúa de operador controla el robot y cambia su modo de comportamiento al modo seguro, para ingresar a la unidad de trabajo o mover el robot a cualquier posición deseada.
Asimismo, la consola de programación, ofrece comodidad ergonómica al operar > La persona que opera el robot no tiene que agacharse o trabajar con una postura incómoda. Se gana en eficiencia, eficacia y sobre todo en reducción de rechazos